Perú Match


Los seudos granjeros creyeron dominar el juego que cada lustro arman para simular democracia. Después del charco infestado por la peste y lagartos con el fango hasta el cuello, el tablero como los andamios se movieron. Para ello organizaron una gran feria oficial, con el cuento de poner  nuevo orden en la aldea. Muchos se inscribieron, los organizadores llamaron a un porky, pretendiendo que con esto bastaba para hacerse con el match y dejar las cosas tal cual eran, un desastre fatal. Pero porky después de todo es un cerdillo anticuado y, como era natural, embarró la cancha cometiendo demasiados gruñidos y una serie de infracciones. Los falsos granjeros no aceptaron sus excéntricas chanchadas pero tampoco quisieron apostar por la roja caperucita que también participaba en la feria Demo, porque ésta, según ellos, se traía algo en el canasto y podría descubrir las claves del tesoro secuestrado, - que es la aldea misma  en realidad-. Entonces algo desesperados, los falsos granjeros llamaron a un viejo virreyzuelo  que sabe vender humo por todos los reinos del inframundo en el sur hemisferio. Desafortunadamente, fracasó y los habitantes de la aldea se hartaron de las tretas de los seudos granjeros que siempre trucan el juego. 


La incertidumbre cundió. Y en eso, desde las profundidades de la pradera, surgió un lobo. Sí, el pueblo lobo famélico, feroz, sediento acechando de sur a norte la aldea con un palo en forma de lápiz marcando una sorpresiva calificación en el juego. De pronto, los turbios socios del match; mercachifles, malhechores, charlatanes, banqueros, se aterrorizaron, volvieron a mover el tablero pero el lobo estaba ahí. Los seudos granjeros entraron en pánico extremo. Llamaron de urgencia a la cofradía del señor de los miedos; convocaron a apocalípticos agoreros, como también a un perro antiguo con medalla dorada (que vive en otro reino) pero que ladra sin razón defendiéndoles de todo acecho. 


Pero el pueblo lobo hambriento, enfurecido, ya no cree ni teme en fantasmas que danzan desvaídos, sin aliento. Tampoco al pueblo lobo ya no le espantan los rabiosos ladridos que la jauría desesperada emite sin pausa. 


Los seudos granjeros viéndose perdidos en el primer tiempo y a ‘contrarreloj’, sacaron otra carta sucia de la manga, es decir: bajaron a la cloaca para tranzar con la gran rata, la misma que ronda todo el tiempo la casa, la granja, el mostrador. Y pues, como se sabe, todas las ratas son ladronas por naturaleza, cosa que complica un poco la táctica del match. Peor aún, un detalle más que se añade: dicha rata no es nueva y sus mañas las conocen bien otras aldeas como el pueblo lobo que no sólo anda famélico, sediento, indignado, sino que en su ferocidad no cede un ápice, no se anda con vueltas. Y si embarran la cancha, éste es capaz de tragarse a la rata, entrar a la casa, tomar la granja, hacerse con el mostrador, y de una buena vez cambiar las reglas del juego o simplemente terminar para siempre con él…

 ¿Qué pasará entonces con los seudos granjeros?


Iván Blas Hervias

París, mayo de 2021






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